Entrevista de Marta París a Jesús G. Maestro:
«¿Un profesor para el siglo XXI?»
Catedrático de Teoría de la Literatura y Literatura Comparada, como profesor universitario, autor de la Crítica de la razón literaria, dispone de forma abierta, libre y gratuita, de toda su actividad docente, académica e investigadora, en internet, con más de mil clases grabadas en su canal de YouTube.
Entrevista de Marta París a Jesús G. Maestro:
«¿Un profesor para el siglo XXI?»
Aforismos de la Crítica de la razón literaria
El futuro, del que nada está excluido,
es el secreto mejor guardado de la Historia.
Jesús G. Maestro
Crítica a unas desafortunadas declaraciones
de un académico de la lengua sobre saber leer y escribir
No es cierto. Bien predica quien bien vive, y predica desde la solemnidad de lo obvio. Es un titular bonito, engreído e idealista. Desde siempre gentes que no saben leer y escribir han llegado lejos en la vida. Son ministros, empresarios y gobernadores, correctores de estilo y compositores de obras musicales. Algunos figuran como autores de bestsellers. Y periodistas.
La virtud ha sido siempre la farsa de los pecadores y el simulacro de los idealistas. La realidad de la vida premia más a la ignorancia y a la necedad que al conocimiento y a la inteligencia. Y titulares así contribuyen a preservar este engaño. ¿Saben Vds. cuántos alumnos que no saben leer ni escribir correctamente obtienen calificación de sobresaliente en sus trabajos de fin de grado? Pues mejor no lo sepan.
La democracia posmoderna es el triunfo del fracaso. Si precisamente la democracia tiene tanto valor, es porque ofrece innumerables posibilidades de éxito a quienes, en condiciones adversas o deficientes, fracasarían rotundamente. Hoy, un ignorante que no sepa leer ni escribir, ni mínimamente, puede tener millones de seguidores en redes sociales que le permitan vivir exhibiendo lo que quiera o siendo «creador de contenido». Y ganar mucho más que cualquier Letrado.
Vivimos en un mundo en el que el éxito y el fracaso no tienen nada que ver con saber leer o escribir. Vivir en Babia, con el traje de los domingos puesto, lleva a hacer declaraciones así. De risa. Tan ridículo como decir aquello de que «mis noches están llenas de Virgilio». Pues qué noches tan infelices, Jorge Luis.
Si el que hace el ridículo fuera consciente de ello, dejaría de hacerlo.
Jesús G. Maestro
Iván Fernández de la Llana, o Ivan de la Llana (nombre artístico), comenzó los estudios musicales en la Escuela de Música «Vicent Serrano Gil» (escuela de música municipal de l’Alcora (Castellón), su pueblo natal) con el instrumento de la Trompa. Accede a la Agrupación Musical de l’Alcalatén de l’Alcora, dónde conoce a su mayor maestro, amigo y mentor, Emili Mallol Aicart, director de la banda sinfónica, profesor de solfeo y composición.
Ha realizado cursos de perfeccionamiento de la Trompa con Bernardo Cifres y Amadeo Català. Posteriormente accede al Conservatorio Profesional de Música Mestre Tàrrega de Castelló, donde obtiene el título profesional de Música, como profesor de Trompa.
Realizó cursos de Composición Musical para multimedia con Mauro de María, y un curso de Contrapunto, fuga y composición con el maestro argentino Agustín Calabrese.
Recibió clases de fundamentos de la dirección musical de la mano de Carles Ramón Segarra.
Hizo un seminario de dirección de orquesta con Francisco Navarro Lara.
Actualmente está cursando dos carreras universitarias simultáneas: Composición Musical y Dirección de Orquesta en el Conservatorio Superior de Música Salvador Seguí.
Entrevista académica de Omar Corral a Jesús G. Maestro:
literatura fantástica y otros temas actuales
La democracia de finales del siglo XX ha
sido más útil a los amigos del comercio que a los demócratas. Sus grandes
ventajas y sus insólitos éxitos la han convertido en un régimen político hoy
completamente anacrónico e intempestivo. Sus propios logros la han destruido.
Hoy la democracia es una forma de gobierno
extemporánea. Pertenece al pasado. Nadie lo cree, porque nadie quiere
admitirlo. Es irrelevante: a la realidad nunca le ha importado la opinión del
ser humano que carece de poder. La democracia es el nombre que, heredado de un pretérito
imperfecto y reciente, gestionaba nuestra forma de vida. Hoy, esa vida nuestra la
gestionan el comercio y los amigos del comercio.
Si la política es la organización del poder,
es decir, la administración de la libertad, los derechos del ciudadano demócrata
se alejan del ordenamiento jurídico de los Estados, y se parecen cada día más a
los derechos que caben en una «hoja de reclamaciones».
Con el fracaso histórico de la democracia en
el siglo XXI fracasan también tres realidades con las que el ser humano ―mejor
o peor― convivía desde el Renacimiento: el Estado moderno, la libertad política
y las leyes civiles. Una sociedad posdemocrática es aquella en la que el Estado
se desvanece, la libertad política se desintegra y las leyes civiles caben en
una hoja de reclamaciones, porque los derechos del ciudadano son los derechos
del consumidor, en manos de los amigos del comercio, es decir, nada. Un papel
cuyo destino es la papelera más cercana.
La gente todavía no ha interiorizado el fracaso de la democracia. Digámoslo directamente: una sociedad posdemocrática es una sociedad totalitaria. ¿Para qué queremos democracia, si no tenemos libertad? El mercado no quiere demócratas, quiere consumidores.
Una sociedad posdemocrática
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Crítica de la razón literaria
Vol. 20 · Partes VIII, IX y X.
Este libro es el volumen 20 y último de la Crítica de la razón literaria. Contiene la bibliografía completa de la obra, el epílogo y los últimos apéndices: el listado de vídeos académicos y la antología de textos literarios a los que se ha hecho referencia a lo largo de los diferentes capítulos y apartados de la obra, expuesta en 20 tomos.
Este volumen es de especial importancia, dada su relación permanente con todos y cada uno de los anteriores, porque aquí se encuentra toda la bibliografía citada en la Crítica de la razón literaria, así como también la referencia a los vídeos académicos, que explican capítulos y conceptos decisivos, y a los textos literarios igualmente citados y utilizados a lo largo de esta misma obra, en verdad enciclopédica, pero escrita, durante algo más de dos décadas, por una sola persona.
La condición de libro auxiliar a la estructura y comprensión de la Crítica de la razón literaria convierte a este volumen en un tomo realmente imprescindible en el uso y manejo de la obra completa.
No es necesario añadir nada más. Termina aquí el trabajo personal y profesional de casi un cuarto de siglo de estudio, investigación y docencia. Esta obra se llevó a cabo de espaldas a la Universidad y por completo al margen a todo tipo de instituciones políticas y organismos estatales, que nunca he querido ―ni he necesitado― para nada. Ahí os queda mi obra. A ver ahora qué hacéis con la literatura.
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Crítica de la razón literaria
Vol. 19 · Parte VII.
La Crítica de la razón literaria es una Teoría de la Literatura de naturaleza racionalista, científica, crítica y dialéctica, cuyo fin es la interpretación de los conceptos y de las ideas objetivados formalmente en los materiales literarios.
La Teoría de la Literatura es el conocimiento científico de los materiales literarios. Y su fin es demostrar que la literatura es inteligible.
Se expone a continuación, de forma sumaria y definitiva, el glosario de términos fundamentales de la Crítica de la razón literaria, en torno a las 8 cuestiones clave que sistematizan el conocimiento crítico y racional de la literatura:
1) Postulados fundamentales de la Teoría de la Literatura,
2) Concepto de literatura,
3) Genealogía de la literatura,
4) Ontología de la literatura,
5) Gnoseología de la literatura,
6) Concepto de ficción en la literatura,
7) Genología de la literatura y
8) Literatura Comparada.
Se advierte que la sola lectura es de este glosario de términos no puede sustituir su debida compresión y uso, ni en el análisis de la literatura, ni en la interpretación que requiere una obra como la Crítica de la razón literaria, cuyo sistema de ideas exige la lectura atenta de la obra completa.
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Crítica de la razón literaria
Vol. 17 · Parte VI · Tomo 2.
La Crítica de la razón literaria cuestiona muchos aspectos considerados tabúes o intocables en el mundo académico contemporáneo. A algunos de estos aspectos, acaso los más urgentes en el momento actual, nos referimos en este libro, un sintético Breviario de crítica literaria, que trata de revelar —sin reservas— los secretos más desafortunados de la literatura.
A fin de situar al lector ante una perspectiva última y sintética, de carácter conclusivo, se exponen, en este volumen número 17, algunas observaciones finales, determinantes en muchísimos aspectos de la forma actual de explicar y comprender la literatura en las Universidades e instituciones educativas de hoy, destruidas por la posmodernidad.
No olvidemos que la Crítica de la razón literaria es una Teoría de la Literatura que se basa en cinco postulados esenciales, al constituirse como una teoría literaria de naturaleza racional, científica, crítica y dialéctica, cuyas ideas y conceptos se relacionan en symploké. En este sentido, hemos de dejar muy claro que, frente a otras teorías literarias en boga, con frecuencia de hechura o formato angloamericano, y posmoderno, esta obra es una Teoría de la Literatura de naturaleza racionalista, científica, crítica y dialéctica, fuertemente fundamentada en la tradición hispanogrecolatina, y cuyo fin es la interpretación de las ideas objetivadas formalmente en los materiales literarios. La Teoría de la Literatura se concibe aquí como el conocimiento científico de los materiales literarios. Y su fin es demostrar que la literatura es inteligible.
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Crítica de la razón literaria
Vol. 16 · Parte VI · Tomo 1.
En este libro el lector encontrará las 13 apostillas que se publicaron con posterioridad a la primera edición impresa de la Crítica de la razón literaria, que tuvo lugar en 2017.
Como es sabido, entre 2017 y 2022 esta obra conoció 9 ediciones impresas, hasta la décima y definitiva, en formato digital.
En esta décima y última edición se reproducen las 13 apostillas a la Crítica de la razón literaria, que insisten esencialmente en dos dimensiones: 1) las limitaciones que sufren los filósofos cuando tienen que enfrentarse a la literatura, debidas a múltiples conceptos, entre ellos el de ficción ―que parece superarles en todos los sentidos y posibilidades―, y 2) las deficiencias que, desde finales del siglo XVIII, la Anglosfera y el mundo académico anglosajón arrastran insuperablemente cada vez que se relacionan con la literatura, una materia que perciben como algo cada vez más ajeno a su sociedad y cultura mercantiles y más incompatible con su racionalismo financiero.
Es curioso que, desde la Ilustración y el Romanticismo,
ni los filósofos ni los anglosajones sepan muy bien qué hacer con la
literatura. Con anterioridad a este período, la filosofía se entretenía con la
metafísica y la religión, más que con la política, y la Anglosfera no existía
como tal, de modo que los territorios a posteriori anglosajones, por lo que se
refería a la literatura, imitaban y reproducían los modelos y creaciones de la
tradición literaria hispanogrecolatina.
Sin embargo, con la irrupción de la Ilustración europeísta y la deriva hacia el idealismo levitante del Romanticismo anglosajón, la filosofía deja de dedicarse a la religión y a la metafísica ―la ciencia newtoniana le corta definitivamente todo acceso y fundamento a ellas― y pasa a ocuparse de la política, para ser matriz de todas las ideologías habidas y por haber, a fin de monopolizar, frente al Estado, todo tipo de creencias y formas emocionales de ideología e ignorancia colectiva, del mismo modo que en el mundo antiguo y durante la Edad Media había hecho con la fe y las creencias religiosas respecto a la Iglesia cristiana.
Ya sabemos que la filosofía, o habla de religión, o habla de política, o no tiene nada que decir. O habla de fe, simulando razonar, o habla de ideología, desde la más excéntrica sofística. Fuera de estos temas, la filosofía ―esa forma excéntrica de ejercer la sofística― enmudece, o saca la baraja de la autoayuda para jugar sus cartas en las timbas del siglo XXI, como Epicuro o Séneca hicieron ya en su propio tiempo. Y Freud en el suyo, para deleite de intelectuales y ociosos.
Por su parte, a la Anglosfera le sobra la literatura. La poética cuestiona demasiadas cosas, y la verdadera literatura resulta difícilmente comercializable. Exige demasiada inteligencia al lector y puede cuestionar el poder de los «amigos del comercio» de formas muy sutiles y molestas.
Urge neutralizar los poderes e influencias de la literatura. De
varios modos. La posmodernidad se encarga de ello: hay que disolverla en
cultura, de manera que los estudios culturales reemplacen y extirpen los
estudios literarios; urge analfabetizar sistemáticamente a la población, para
que no disponga de recursos interpretativos sobre los materiales literarios, su
Historia y su geografía; procede imponer la autoayuda y el autoengaño en lugar
de la literatura y la experiencia educativa del desengaño...
La negación del árbol de la ciencia
literaria, del fruto del conocimiento de la literatura, ha sido siempre un
objetivo de la Anglosfera. El mundo anglosajón reconoce su absoluta
inferioridad ante la mayor y más poderosa construcción de la Europa
mediterránea: la literatura de Grecia, Italia y España. Es imprescindible
inhabilitarla: invisibilizar históricamente a sus autores, incapacitar
contemporáneamente a sus lectores, censurar y cancelar académica y universitariamente
a sus intérpretes.
Es clave imponer y hacer creer una mentira
decisiva, según la cual la literatura no se puede estudiar científicamente. He
aquí una falencia a la que la Anglosfera no renunciará jamás. Contra esa
mentira se escribió la Crítica de la razón literaria. Entre otras cosas.