Libro digital
Crítica de la razón literaria
Vol. 16 · Parte VI · Tomo 1.
En este libro el lector encontrará las 13 apostillas que se publicaron con posterioridad a la primera edición impresa de la Crítica de la razón literaria, que tuvo lugar en 2017.
Como es sabido, entre 2017 y 2022 esta obra conoció 9 ediciones impresas, hasta la décima y definitiva, en formato digital.
En esta décima y última edición se reproducen las 13 apostillas a la Crítica de la razón literaria, que insisten esencialmente en dos dimensiones: 1) las limitaciones que sufren los filósofos cuando tienen que enfrentarse a la literatura, debidas a múltiples conceptos, entre ellos el de ficción ―que parece superarles en todos los sentidos y posibilidades―, y 2) las deficiencias que, desde finales del siglo XVIII, la Anglosfera y el mundo académico anglosajón arrastran insuperablemente cada vez que se relacionan con la literatura, una materia que perciben como algo cada vez más ajeno a su sociedad y cultura mercantiles y más incompatible con su racionalismo financiero.
Es curioso que, desde la Ilustración y el Romanticismo,
ni los filósofos ni los anglosajones sepan muy bien qué hacer con la
literatura. Con anterioridad a este período, la filosofía se entretenía con la
metafísica y la religión, más que con la política, y la Anglosfera no existía
como tal, de modo que los territorios a posteriori anglosajones, por lo que se
refería a la literatura, imitaban y reproducían los modelos y creaciones de la
tradición literaria hispanogrecolatina.
Sin embargo, con la irrupción de la Ilustración europeísta y la deriva hacia el idealismo levitante del Romanticismo anglosajón, la filosofía deja de dedicarse a la religión y a la metafísica ―la ciencia newtoniana le corta definitivamente todo acceso y fundamento a ellas― y pasa a ocuparse de la política, para ser matriz de todas las ideologías habidas y por haber, a fin de monopolizar, frente al Estado, todo tipo de creencias y formas emocionales de ideología e ignorancia colectiva, del mismo modo que en el mundo antiguo y durante la Edad Media había hecho con la fe y las creencias religiosas respecto a la Iglesia cristiana.
Ya sabemos que la filosofía, o habla de religión, o habla de política, o no tiene nada que decir. O habla de fe, simulando razonar, o habla de ideología, desde la más excéntrica sofística. Fuera de estos temas, la filosofía ―esa forma excéntrica de ejercer la sofística― enmudece, o saca la baraja de la autoayuda para jugar sus cartas en las timbas del siglo XXI, como Epicuro o Séneca hicieron ya en su propio tiempo. Y Freud en el suyo, para deleite de intelectuales y ociosos.
Por su parte, a la Anglosfera le sobra la literatura. La poética cuestiona demasiadas cosas, y la verdadera literatura resulta difícilmente comercializable. Exige demasiada inteligencia al lector y puede cuestionar el poder de los «amigos del comercio» de formas muy sutiles y molestas.
Urge neutralizar los poderes e influencias de la literatura. De
varios modos. La posmodernidad se encarga de ello: hay que disolverla en
cultura, de manera que los estudios culturales reemplacen y extirpen los
estudios literarios; urge analfabetizar sistemáticamente a la población, para
que no disponga de recursos interpretativos sobre los materiales literarios, su
Historia y su geografía; procede imponer la autoayuda y el autoengaño en lugar
de la literatura y la experiencia educativa del desengaño...
La negación del árbol de la ciencia
literaria, del fruto del conocimiento de la literatura, ha sido siempre un
objetivo de la Anglosfera. El mundo anglosajón reconoce su absoluta
inferioridad ante la mayor y más poderosa construcción de la Europa
mediterránea: la literatura de Grecia, Italia y España. Es imprescindible
inhabilitarla: invisibilizar históricamente a sus autores, incapacitar
contemporáneamente a sus lectores, censurar y cancelar académica y universitariamente
a sus intérpretes.
Es clave imponer y hacer creer una mentira
decisiva, según la cual la literatura no se puede estudiar científicamente. He
aquí una falencia a la que la Anglosfera no renunciará jamás. Contra esa
mentira se escribió la Crítica de la razón literaria. Entre otras cosas.