José Sánchez Pedrosa es un vigués universal.
A mi juicio, es padre genuino de una forma de escribir literatura específica
del siglo XXI: narrar la locura de un modo inédito en relatos absolutamente
originales. Pedrosa nació en Vigo en 1969 y, desafortunadamente, falleció en
esta misma ciudad, si mis datos son correctos, a comienzos de enero de 2021.
Joven y genial, Pedrosa fue profesor de literatura en España y Francia, y dejó
tanto en Galicia como en Niza un importante magisterio, que está presente en
varios de quienes fueron sus alumnos.
Parte de su obra permanece aún inédita, y de
los herederos depende que se pueda publicar. En todo caso, cumplidos 70 años de
su fallecimiento, tales materiales serán de dominio público. La literatura sabe
esperar. Los sabios, también. Y quienes nos sucedan en el ejercicio de la
interpretación de su obra literaria tendrán ocasión de hacer valer la
originalidad de este narrador tan prematuramente fallecido.
A José Sánchez Pedrosa he dedicado varios
vídeos en mi canal de YouTube y también varias clases en la Universidad de
Vigo. He podido observar el enorme interés que sus breves relatos despertaron
tanto en los alumnos que presencialmente asistieron a mis clases universitarias como en los oyentes que, sobre
todo en Hispanoamérica, han conocido a través de mis conferencias en internet
la obra de este escritor.
Lo mismo he de decir de quienes, en Francia,
recibieron su magisterio durante varios años, y ahora se han encontrado de
nuevo en mis clases con su antiguo profesor, convertido hoy en narrador de
relatos verdaderamente delatores de formas de vida clave en nuestro mundo
actual.
Pero, ¿qué tiene José Sánchez Pedrosa que no
tienen otros escritores? Pues tiene y revela una capacidad insólita y precisa
para retratar las formas de la locura en la literatura y en la sociedad del
siglo XXI.
No fue Cervantes el primer autor en dar vida
original a los locos en la literatura. La tradición viene ya de los griegos, y
del nacimiento mismo de la creación literaria, con los personajes homéricos. Los
locos hacen y dicen cosas que los cuerdos no se atreven a declarar ni bajo
secreto de confesión.
Sin embargo, a diferencia de las
enfermedades mentales con las que se encuentran los psiquiatras en su consulta,
la locura en la literatura cambia cuando cambian los tiempos. Y, sobre todo,
cuando cambian las formas de pensar y razonar. La locura puede ser una forma de
perder la cordura, pero no de perder la razón. Los locos razonan, pero de forma
incompatible con la realidad.
Y esto es así porque la locura, en el arte,
es una forma patológica de razonar, cuyas explicaciones no están en la
psiquiatría, sino en la propia literatura. Pedrosa no era médico, ni psicólogo.
Pedrosa era narrador de cuentos y relatos breves, cuyos personajes son una
síntesis de psicopatías provocadas por un mundo como el nuestro: una sociedad
que, como la del siglo XXI, dispone de muy pocas salidas y, casi todas ellas,
por una única puerta: la de las enfermedades mentales.
No hay que confundir locura en literatura
con psicosis, neurosis y trastornos de personalidad en la vida real. Cuando
algo entra la literatura se transforma en otra cosa sin dejar de ser,
enteramente, lo que era. Con Galdós la historia entra en la literatura para
dejar de ser historia, y convertirse en ficción. Con Luis Martín Santos en Tiempo
de silencio, y con toda la novela naturalista decimonónica, la medicina
entra en la literatura, para dejar de ser medicina, porque se satura de
ficción. La ciencia también entra en la literatura, y se convierte en la
llamada y reconocida ciencia-ficción. Y cuando las utopías penetran en
la literatura, dejan de ser utopías para convertirse en malas novelas. De
hecho, las utopías son novelas frustradas escritas en tiempos de crisis.
Los cuentos de José Sánchez Pedrosa son un
catálogo de locos, enfermos mentales y personas extremadamente trastornadas. Su
libro de relatos breves, titulado Contento del mundo, contiene, con
ironía muy personal, 44 narraciones extraordinarias. Publicado en 2008, es cada
día más actual. Un psiquiatra no se cansaría de leerlo. Un psicólogo encontrará
en esta literatura más patologías que en su propia consulta.
La locura es una estrategia literaria, y
vital, que ninguna prevención puede detener. No es una forma superior de
racionalismo, como pensaban los románticos. Ni mucho menos. La locura, en el
arte, es muy seductora y atractiva. En la realidad, conduce con frecuencia al
homicidio y al suicidio. En la realidad, el arte pierde gracia y aliciente. El
arte exige que se cumplan sus propias ficciones e ilusiones.
La literatura es una forma preventiva de
enfrentarse a la realidad. Conocer la literatura es también una forma de
prevenirse respecto a determinadas enfermedades mentales. No es broma. La
cantidad de personas que nos rodean y que viven, cada día más crudamente,
aquejadas de problemas psíquicos es extraordinaria. Los trastornos de
personalidad se desarrollan exponencialmente. Mientras los índices de
esquizofrenia se mantienen estables, los problemas que desembocan en trastornos
narcisistas, esquizotípicos, paranoide, esquizoide, antisocial, histriónico,
dependiente, evitativo, límite y obsesivo-compulsivo se desbocan. Nuestra
sociedad es una fábrica de psicópatas. Un manicomio de puertas abiertas.
Todas estas patologías encuentran en la
literatura una explicación, un desenlace y un resultado único y específico. En
la lectura de los cuentos de Pedrosa se constatan muchas certezas. Entre ellas,
una fundamental: el siglo XXI pasará a la historia por haber sido el siglo de las
enfermedades mentales. Es la herencia de la Ilustración anglosajona. La
psicosis del siglo XXI es resultado de esa Ilustración idealizada y cruel
fabricada en la antigua Prusia. Esto lo digo yo, no lo dice Pedrosa. Él
solamente lo ilustra y literaturiza. Como nadie antes que él lo ha hecho jamás
en la literatura.
Siento muchísimo no haber conocido
personalmente a este genio del relato breve. Sea para siempre mi amigo póstumo.