Ha de insistirse en que la mayor parte de las teorías literarias desarrolladas en las últimas décadas no se ha enfrentado nunca directamente con la totalidad de los materiales literarios. A veces no se ha enfrentado ni siquiera a materiales literarios. Y en muchos casos no sólo no se han enfrentado entre sí, como sistemas de interpretación literaria, sino que simplemente se ignoran de forma mutua y absoluta. Es decir, no ejercen ni la crítica ni la dialéctica. En la mayoría de los casos, son teorías literarias ablativas, que cercenan o amputan partes esenciales de los materiales literarios, o incluso materiales literarios completos, como el autor o el intérprete. En otros casos, se trata abiertamente de teorías literarias que se relacionan entre sí sin relacionarse con la literatura.
La dialéctica es más importante que el diálogo, porque desde todos los puntos de vista aquélla presupone a éste, lo engloba y lo hace progresar. En consecuencia, no se buscará aquí el consenso, sino la crítica. El diálogo no es suficiente. Habermas siempre ha sido una caricatura, jibarizada, de Marx. La Crítica de la razón literaria exige la dialéctica.