Catedrático de Teoría de la Literatura y Literatura Comparada, como profesor universitario, autor de la Crítica de la razón literaria, dispone de forma abierta, libre y gratuita, de toda su actividad docente, académica e investigadora, en internet, con más de mil clases grabadas en su canal de YouTube.
13 tesis fundamentales de la interpretación literaria
Las 13 tesis fundamentales de la Crítica de la razón literaria
1. Toda literatura es racionalista siempre.
2. Toda literatura es materialista siempre.
3. Toda literatura se reduce a 4 genealogías o familias literarias.
4. La literatura no es una ciencia.
5. La Teoría de la Literatura es la ciencia categorial de los materiales literarios.
6. La Crítica de la Literatura es una filosofía de la literatura.
7. La genialidad, como la literatura, exige un racionalismo inédito.
8. No hay literatura sin transducción.
9. No hay literatura sin ficción.
10. La literatura es la negación del sentido literal.
11. La Literatura es una construcción genealógicamente hispanogrecolatina.
12. Es un error para el Hispanismo reemplazar los estudios literarios por los estudios culturales.
13. En el Quijote de Cervantes está el genoma de la literatura universal.
Contra el idealismo alemán: la literatura no es estética, sino poética
Con frecuencia se habla de estética para explicar la literatura, o referirse a ella. No es la única pobreza lingüística asumida por nuestros contemporáneos posmodernos, que también hablan de «escritura creativa» en lugar de literatura, o de «lenguaje musical» en lugar de solfeo. Algunos, los más, se presentan como creadores de contenidos, que es lo mismo que decir que uno es escritor de escrituras, hacedor de hechos o recitador de citas. Cosas curiosas que la gente dice sin pensar realmente en lo que dice, porque habla a través de fórmulas, consignas muy pobres o Kitsch de extrema importación.
«Estético» es término de impronta anglosajona, acuñado por Baumgarten, como es bien sabido, y propio del idealismo filosófico alemán. Es término que reemplaza en la Edad Contemporánea al término genuinamente literario y aristotélico: poética. Aquí nos atenemos al término original y genuino ―poética―, y si hablamos de estética es sólo para hacer comprensible lo que en realidad hay tras la nomenclatura «estética», una deturpación germana del original helénico. Aisthesis es sensación, sensibilidad, percepción. Poética es construcción, elaboración, saber adquirido por procedimientos operatorios, en la línea del imperativo de Vico «la verdad está en los hechos» (verum est factum). El idealismo alemán reduce kantianamente la realidad a sus efectos sensibles. Y en ese sumidero semántico aún vivimos hoy. Es el nuevo formato de la caverna platónica, luminosa y psicodélica, rediseñada por la ingeniería y retórica oscurantistas y seductoras del idealismo filosófico alemán, que los hermeneutas contemporáneos siguen adorando en el pastoforio de una filología cenicienta y fetichista, cuyo clímax más superlativamente cínico se objetiva en la afirmación de que el lenguaje es la casa del ser, y otras metáforas fraudulentas y monsergas varias del mismo estilo.
Jesús G. Maestro, Crítica de la razón literaria, 2017-2022.
Ideología y literatura frente a filosofía y democracia
Ha de advertirse, sin embargo, que la filosofía se convierte con frecuencia en una actividad muy susceptible de actuar al servicio de todo tipo de ideologías. Incluso podríamos afirmar que la filosofía, en muchos momentos y usos, funciona como una forma excéntrica de ejercer la sofística, es decir, de prostituirse como tal al servicio de una u otra ideología. Sócrates no era menos sofista que Gorgias. Ni Platón menos manipulador ni maniobrero que cualquier otro de sus adversarios retóricos, presuntamente democráticos y libertinos. De hecho, todas las ideologías encuentran en algún momento dado de su trayectoria, genealogía o desenlace, el apoyo de uno o varios sistemas filosóficos.
El ergotismo filosófico hormona la mente adolescente del filósofo[1] y alimenta el idealismo en que fertiliza toda ideología. El ergotista es a la filosofía lo que el rétor a la sofística. En cierto modo, cabe definir las ideologías como una forma aberrante de uso e interpretación de una filosofía preexistente. Desde esta perspectiva, toda ideología es una degeneración práctica y acrítica de un sistema filosófico. Lo que hace rentable la ideología, y por lo tanto también la deturpación de un pensamiento filosófico, es el poder que proporciona su ejercicio, fundamentalmente en el terreno político y económico. Es la razón de ser de la propaganda y la publicidad, sístole y diástole del periodismo.
La verdad nunca ha sido rentable, ni política ni económicamente. La verdad es el consuelo de los impotentes. La verdad sólo interesa a los inútiles. Lo verdaderamente práctico es la mentira, la propaganda y el idealismo. Y no hay que olvidar que el sofista, el ideólogo y, con frecuencia también, el filósofo, son gentes que no consumen lo que venden: la mentira. Gestionan el mercado de la falacia, el idealismo y el error, pero no caen en él. Diseñan, como buenos ingenieros, el fracaso de los demás, sobre el cual ellos rentabilizan su éxito vital, profesional y político. Si algo saben los listos es que la energía y el trabajo de los tontos mueve el mundo. El combustible del capital es el dinero de los pobres.
Nótese que las democracias actuales han explotado al máximo los peores recursos de la ideología, sobre todo desde su formato posmoderno y anglosajón. La literatura del siglo XXI no se atreve ―todavía― a cuestionar la democracia. Pero no tardará en hacerlo. Los totalitarismos germinan como respuesta política a las crisis económicas que una democracia no es capaz de resolver.
Lo más inquietante de nuestra situación actual, desde los comienzos del siglo XXI, es que hace años que las democracias no son capaces de generar riqueza económica. Algo así conduce a un siniestro callejón sin salida. La Historia demuestra que de los callejones sin salida las sociedades humanas sólo se «liberan» mediante revoluciones terribles y conflictos bélicos extremadamente violentos. China ha demostrado que su forma política de ejercer el totalitarismo es más rentable económicamente que la de los regímenes democráticos, que parecen haber perdido todos los criterios y poderes.
El futuro, del que nada está excluido, resulta
hoy mucho más inquietante para cualquiera de nosotros que hace décadas. Hemos
sido educados en la idolatría de la democracia, pero esta situación puede
cambiar en cualquier momento. Violentísimamente.
Jesús G. Maestro, Crítica de la razón literaria, 2017-2022.
NOTA
[1] Todo filósofo piensa siempre como un adolescente.