Me envían un libro de Terry Eagleton, traducción al español de escritos suyos, titulado Cómo leer literatura.
No voy a perder el tiempo con estos productos del mercado académico para entretenimiento de pseudoteóricos de literatura inglesa.
Hay que tener la cara bien dura para titular así, Cómo leer literatura, un libro en el que no se cita ni a un solo autor literario en lengua española. Ni a uno solo.
Harold Bloom, por lo pronto, sabía algo de Cervantes, Quevedo y hasta nada menos que de Calderón de la Barca. Citaba sus nombres en sus libros, e incluso escribía cosazas legibles sobre ellos, de modo que su profunda ignorancia sobre la literatura española resultaba embellecidamente, barthesianamente (diré en honor de quienes siguen anclados en las teorías literarias de hace más de medio siglo), maquillada.
El caso de Terry Eagleton dispone de escasos precedentes... Su libro de marras debería haberse titulado, cuando menos, Cómo leer literatura inglesa (a la manera de Terry Eagleton). Y, desde luego, no presentarse, jamás, como un libro que trata de recuperar el ejercicio de la crítica literaria. Entre otras cosas porque la crítica literaria, no es por ofender, implica, aun modestamente, conocimientos de literatura y de Teoría de la Literatura.
Debo confesar que la más deleznable crítica y teoría de la literatura que yo he leído está escrita originalmente en inglés. Me dirán que he tenido mala suerte... Yo afirmo que la mala suerte la tienen sus traductores. Y, en segundas nupcias, naturalmente, sus posibles lectores. Los estudiantes actuales están exentos de tales incidencias, porque lo bueno que tiene la ignorancia es que preserva a quien vocacionalmente la disfruta de este tipo de lecturas.
Pero lo más irónico y sarcástico de este panfleto best-sellérico de Terry Eagleton es que no sólo se presenta con pretensiones de ser una cosa capaz de enseñar a “cómo leer literatura”, cuando en realidad sólo se refiere a la literatura en inglés que conoce su autor, expuesta ésta en la única forma de que es capaz su autor (idéntica a un libro anglosajón de autoayuda anglosajona), sino que en todo el libro no se encuentra una sola idea ni original, ni valiosa, ni fundamentada. Ni por casualidad. Todo es una suerte de corriente de conciencia, de efluvio metafórico, de onanismo narcisista autoplacentero, de verborrea posmoderna que gira sobre sí misma como tuerca sin final ni fatiga...
Y lo más gracioso: hay gente que leyendo eso cree que aprende a leer literatura.
Así está actualmente la Teoría de la Literatura. Y no solo la escrita en inglés (pues la no escrita en inglés toma a la anglosajona como chute en vena). Estos productos, como el de Eagleton, son una especie de grimorio posmoderno de pseudoteoría literaria. Muy hechizante, por supuesto, como todo grimorio.
Cada día estoy más convencido de que este tipo de publicaciones prospera porque la mayor parte de las personas inteligentes no saben ni que existen. Es imposible que una persona verdaderamente inteligente pueda dedicar tiempo a leer algo como esto.
¿Por qué la literatura, y la Teoría de la Literatura, son el termitero de estos cantamañanas? Excuso responder.
¡A tomar el pelo a otra parte!