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Crítica de la razón literaria
Vol. 9 · Parte III · Tomo 8.
La Literatura Comparada ha sido una de las disciplinas académicas más tempranamente destruidas por la posmodernidad anglosajona, tras su triunfo en las universidades estadounidenses con posterioridad a la II Guerra Mundial, en que la Anglosfera reemplaza el dominio francés, basado en la historiografía literaria, por el monopolio norteamericano, cuyo centro de gravedad será la teoría de la literatura desarrollada al modo anglosajón.
Y ha sido precisamente este modo de ejercer la teoría literaria, el anglosajón, el que, al desembocar en la posmodernidad actual, ha destruido completamente la Literatura Comparada. ¿Por qué? Pues porque al postular el mito de la isovalencia de las culturas, y reducir la literatura a cultura, e imponer la idea delusoria de que todas las literaturas son iguales, entonces, no hay nada que comparar.
Metodológicamente, la Literatura Comparada es hoy una actividad investigadora de minorías irreconocidas, o incluso ilegítimas, en el ámbito universitario. Como disciplina, ha desaparecido, o es apenas un arcaísmo pendiente de disolución. Y, sin embargo, la Literatura Comparada es la dimensión más importante de toda investigación literaria y de todo conocimiento relativo a la Teoría de la Literatura, porque representa el más amplio dominio de la interpretación literaria, al superar todo tipo de fronteras espaciales, temporales y estatales. La Literatura Comparada es la máxima y más plena interpretación de la literatura, más allá de la Historia, la geografía y la política.
Saber literatura es demostrar que se sabe Literatura Comparada. Es cumplir con una red de relaciones racionales entre lo más selecto de los materiales literarios: tiempos, espacios, naciones… géneros, temas, influencias… genealogías, autores, obras, lectores, intérpretes y transductores… La lista de relaciones y operaciones es interminable, frente a los términos, totalmente acotados en cuatro figuras esenciales y nucleares: autor, obra, lector e intérprete o transductor.
El cierre de la Teoría de la Literatura como ciencia categorial ―al igual que toda ciencia― está en sus términos, en el inventario de sus términos, y nunca en sus operaciones ni en sus relaciones. Si las ciencias estuvieran limitadas en sus relaciones y operaciones, automáticamente dejarían de existir como tales ciencias.
La Literatura Comparada es la relación racional entre dos o más términos literarios ―autores, obras, lectores e intérpretes―. La figura fundamental es aquí la relación metodológica, una auténtica symploké ― relación racional de términos― de la complejidad literaria, que revela la estructura sistemática de su propia totalidad.
El comparatismo es un modelo que procede a partir de términos (autores, obras, etc.) para establecer relaciones entre ellos: Cervantes en Goethe, la Divina commedia en el Romanticismo europeo, el Quijote en la novela del siglo XX, etc. Los términos son limitados, las operaciones y las relaciones entre ellos son infinitas.
No sabe de literatura quien no sabe de Literatura Comparada. La posmodernidad está inhabilitada para el ejercicio comparatista. Si todas las literaturas son iguales, no hay nada que comparar.
Contra este imperativo nihilista, idealista y estéril, incompatible con la realidad de la literatura, se escribió este libro, en el que se exponen una idea, un concepto y un método de Literatura Comparada, según la Crítica de la razón literaria.