El conocimiento científico de la literatura: crítica de las formas y materiales literarios

    

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Crítica de la razón literaria

Vol. 6 · Parte III · Tomo 5.



Crítica de la razón literaria



La gnoseología de la literatura es una teoría del conocimiento científico de la literatura y de los materiales literarios (autor, obra, lector e intérprete o transductor). Una de las tesis fundamentales de la Crítica de la razón literaria es que la literatura exige una interpretación científica, y no meramente filosófica, académica o divulgativa. 

Naturalmente, una exigencia de esta naturaleza es por completo algo inaceptable hoy, en el siglo XXI, por muchísimas razones. 

En primer lugar, porque, actualmente, los estudios literarios se han convertido en un material reciclable, que se ha reducido a ideología, cuya única utilidad es la de servir de medio propagandístico a creencias sociales que organizan la ignorancia colectiva. Eso son las ideologías, formas emocionales y discursivas de organizar la nesciencia gregaria, y que desde hace años se enseñan en las Universidades, instituciones dedicadas a sistematizar la ignorancia y el prejuicio, en lugar de combatirlos. Siempre en nombre de lo políticamente correcto.

En segundo lugar, porque la hegemonía cultural anglosajona, vigente desde finales del siglo XVIII, y promovida esencialmente por los «amigos del comercio», ha disuelto la literatura en el mito de la cultura, y ha reemplazado los estudios literarios por estudios culturales, de modo que la literatura deja de interpretarse como tal para usarse solamente como cultura indefinida. De hecho, la cultura es una invención de los pueblos que carecen de literatura. Uno de los objetivos de la Anglosfera ha sido siempre desactivar el valor de la tradición literaria hispanogrecolatina, a fin de desposeer de conocimiento el origen de nuestra civilización.

En tercer lugar, porque la ignorancia resultante de aceptar acríticamente las filosofías idealistas anglosajonas, de Kant a Fukuyama, conlleva asumir que la literatura no se puede estudiar científicamente, simplemente porque el racionalismo literario, o la crítica de la razón literaria, que está dado a una escala diferente del racionalismo matemático o químico, por ejemplo, no se comprende desde los presupuestos de los diseñadores del racionalismo matemático o químico, como si un soneto fuera una molécula de bario o una anáfora resultara de la combinación de varios números primos. 

La interdicción científica de la literatura es un fenómeno heredado del idealismo alemán, inconcebible en la tradición literaria hispanogrecolatina, y que incluso ha sido asumido por gentes que, en su tercer mundo semántico, se declaran seguidores de filosofías contemporáneas y materialistas.

La Crítica de la razón literaria exige recuperar el concepto de construcción o poiesis, y nos sitúa de este modo dentro de la tradición poética hispanogrecolatina, a la vez que atenúa visiblemente el peso de la estética (aisthesis) o «sensación», procedente del idealismo alemán (Baumgarten, 1750-1758; Kant, 1790), como principio psicológicamente explicativo y sensorialmente reductor del arte. Para los idealistas alemanes, la obra de arte queda reducida a la experiencia personal y subjetiva de sus efectos sensibles. Esto es pura psicología emocional y vacua. 

La exigencia de interpretar de forma objetiva y normativa una obra de arte, en general, y literaria, en particular, resulta totalmente negada, desautorizada y proscrita en nombre de una nueva teoría del conocimiento idealista, romántica y germánica: el idealismo alemán. 

La Anglosfera ha prohibido así la interpretación científica del arte, en general, y de la literatura, en particular. Ningún imperativo ha sido y es tan contrario a la tradición literaria hispanogrecolatina, y tan absolutamente incompatible con ella, como éste. 

Desde la Poética de Aristóteles hasta la Aesthetica de Baumgarten —obra esta última que rompe con el racionalismo de la poética y de la retórica clásicas para imponer el idealismo sensorial y luterano de la libre interpretación estética—, la literatura había sido objeto de interpretación científica y filosófica. Desde Baumgarten (1750-1758), Lessing (1766) y Kant (1790) se impone sobre los materiales literarios la interdicción científica, que resulta absolutamente exigida y glorificada por la Anglosfera, como un triunfo propio frente a dominios culturales ajenos, cuyos productos no son de elaboración propia o genuinamente germana. 

De este modo, la literatura —de Homero a Cervantes, de la antigua Grecia a la España de los Siglos de Oro— queda, como la totalidad de las artes, secuestrada, marginada y enclaustrada en el ámbito emocional de los sentimientos. 

¿Qué hace la Hispanosfera? Lo peor que podría hacerse: aceptar tal aberración sin cuestionarla ni criticarla. La interdicción científica de la literatura es obra del Idealismo alemán y de la Anglosfera, y supone históricamente neutralizar el peso de la tradición literaria hispanogrecolatina frente a la expansión absolutista y globalizante de la hegemonía cultural anglosajona, desde la Ilustración hasta la posmodernidad contemporánea. 

Es evidente que la Crítica de la razón literaria se enfrenta de forma radicalmente dialéctica —y en solitario— a tan ridícula obsecuencia.