Cervantes es el primer dramaturgo de la literatura universal que democratiza la experiencia trágica, otorgando a los humildes, en su tragedia La Numancia, un protagonismo en la dignidad del sufrimiento hasta entonces exclusivamente reservado a la aristocracia y monarquía.
Asimismo, Cervantes reemplazó en la tragedia la razón teológica por la razón antropológica, es decir, suprimió la metafísica religiosa e impuso el racionalismo histórico, dando un paso decisivo hacia el ateísmo contemporáneo.
Shakespeare jamás se planteó tal innovación en ni una sola de sus obras teatrales. Dado que el inglés no escribió jamás ni una novela ni un relato, ni corto ni largo, y su obra poética se reduce a un centenar de sonetos, o poco más, poco o nada más podemos decir al respecto.
Shakespeare tuvo suerte de que Cervantes no naciera en Inglaterra. Y de que la mayor parte de los historiadores y críticos de la literatura española e hispanoamericana sigan leyendo a Harold Bloom en lugar de leer al propio Cervantes.
Jesús G. Maestro, Crítica de la razón literaria, 2017-2022 (IV, 2.13).