La literatura da muchas sorpresas... Pero sólo a las personas inteligentes.
Quienes ignoran casi a todo acerca de la literatura, el racionalismo de las artes verbales y poéticas les resultará una página en blanco.
Digo esto porque el término «culto» entra en la lengua española, entre otros cauces acaso menos relevantes, a través de la poesía, y concretamente a través de la poesía de Garcilaso de la Vega. Este adjetivo, «culto», es vocablo español de importación italiana, que Garcilaso introduce «como calificativo que aplica a los versos pulcramente limados, extendiéndose a los poetas que los escriben» (Collard, 1967: 2-5; Carreño, 1998/2002: 269, nota 4). Se adentra en la poética española, y en su léxico, con el sentido originario de pulido, limado, trabajado, artificioso: sofisticado. Desde el principio, lo culto ha estado estrechamente unido a la sofística y al artificio.
En el poema de Lope de Vega, titulado «Díjole una dama que para qué escribía disparates», el término culto se define por contraposición al de locura, y apela al campo semántico de la cordura y el racionalismo, la discreción y la corrección decorosa de la expresión verbal, conforme a normas elaboradas y sofisticadas. Lope desarrolla en este soneto el tópico literario del mundo al revés (cordura / locura, culto / necio), bajo el imperativo siguiente: «culto me vuelva y el estilo enmiende» (Lope de Vega, 1634/2002: 269).
A través de la poesía de Góngora, desde el verso segundo de la Fábula de Polifemo y Galatea, el término culto ya adquiere y consolida el significado de docto: «Culta sí aunque bucólica, Talía...». Talía, luego convertida en musa de la comedia, lo fue primeramente de la poesía pastoril, en la lírica de Virgilio y Horacio. Góngora escribe, culteranamente, un poema pastoril: su héroe, Polifemo, es un pastor de extrema fealdad y zafiedad. La Fábula gongorina —pletórica de barroca dialéctica— es un culto estuche de rudeza.
Nótese, pues, la importancia de la literatura en la semantización de las palabras, más allá de la poética y la poesía.
No en vano hemos dicho con frecuencia que la literatura mide y objetiva el grado de racionalismo del que dispone una sociedad política.
Jesús G. Maestro, Crítica de la razón literaria (III, 5.1.2), 2017 · 2022.